Soy un lector desordenado y algo perezoso. Alterno semanas de
lectura entusiasta de novelas con otras de leer El Jueves; y es que trato a la lectura como una de esas amantes a
las que a veces no llamas, pero después te la encuentras y no puedes apartarte
de ella. Hablo concretamente de la literatura en sí, pues en realidad no puedo
parar de leer aunque sean revistas, periódicos y hasta los carteles que hay
pegados en las calles. Envidio, en fin, a los lectores compulsivos, esos que
devoran libros como si se les fuese la vida en ello. Yo, más bien, me paseo por
este mundo de historias como un niño que se va encontrando juguetes a los que
se aficiona. Exploro, avanzo, retrocedo y muchas veces acabo en lo que la gente
llama autores de cabecera, como podrían ser Torrente Ballester, Paul Auster y
el universo de la novela negra (no es que esté muy instruído, pero siento un
pálpito noir en mi interior).
Creo,
si es que creo en algo, en la libertad lectora, como cuando en la primera
adolescencia leías sin mesura ni indicación alguna, solo que ahora con más
criterio. A base de leer en autobuses, esperas y cuartos de baño he
desarrollado una capacidad de concentrarme enseguida en lo que estoy leyendo.
La literatura me llama desde demasiados frentes y los voy atendiendo como
puedo. Leo muy poca poesía como para pretender que la que escriba sea buena, y
le debo más a los cantautores que a muchos poetas.
Uno
de esos tormentos que tengo debidos al ego del escritor es que, si algún día me
entrevistan por algo que haya escrito, establezcan paralelismos entre mis
palabrejas y autores que no he leído o que ni siquiera conozco. Me consuelo
pensando que, en realidad, nunca me van a entrevistar y que la literatura es un
banco de pesca inmenso y que mis redes son limitadas. Constantemente me prometo
a mí mismo paliar mi déficit de clásicos o ahondar en la novela norteamericana
(me encanta su forma de narrar, tan concreta generalmente). Cuando emprendí
este blog me moría de miedo por las cosas que pueda comentar, los autores a los
que haré referencia, pero en realidad de lo que me gusta hablar es del hecho de
leer y de escribir, de cómo este mundo te atrapa y después no te suelta.
Suerte e blog. Ánimo no hay ningúm camono fácil
ResponderEliminarConsidérame un seguidor fiel a tus publicaciones. Me siento muy identificado con tus aventuras literarias. Yo creo ser un lector compulsivo, pero a veces algún gran escritor me pide tomar un tiempo de tranquilidad para digerir bien.
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