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jueves, 8 de enero de 2015

YO TAMBIÉN SOY CHARLIE HEBDO

     Uno quiere hablar de literatura, de lo difícil que es escribir una obra maestra, de que 2066, de Roberto Bolaño, es un libro ambicioso y arriesgado con un resultado excelente, o de que la prosa de Queneu, que estoy comenzando a leer, es peculiar y única. Sin embargo unos animales, unos asesinos, entran en la redacción de una revista y matan a tiros a doce personas, hiriendo a otras once, en venganza por una caricatura de Mahoma años atrás. Estamos en la misma que con la ley mordaza: expresarse es peligroso.
     Me es indiferente que fuesen musulmanes, el islam tiene millones y millones de creyentes y la mayoría no se dedican a matar dibujantes de revistas francesas. Son fanáticos. Lo que pasó en Charlie Hebdo es un capítulo más de lo difícil que es la libertad de expresión. Es un acicate a seguir luchando por la tolerancia, por un futuro en el que podamos bromear sobre todas las cosas sin correr el peligro de morir.
     Convivimos con la religión y con sentimientos religiosos. Yo soy una persona profundamente religiosa, pero asumo que vivo en un mundo que tiene que ser, por fuerza, laico, que la religión ha de limitarse a mi visión personal de las cosas, y que, como elemento que está en el mundo, es susceptible de burla, de chanza e incluso de escarnio. A mí no me importa que se metan con mi Dios, que hagan un chiste, incluso yo los hago, porque hemos de poder bromear con todo lo que nos implica. Lo que más me jode (y sí, lo voy a decir así, en ese tono de sobremesa navideña) es la cantidad de racistas e islamófobos que se van a llenar - en su ignorancia - de razones contra el pueblo musulmán solamente porque una pequeña parte no sabe argumentar sino con la violencia. 
      Desde aquí me solidarizo con esa gente que ha muerto por expresar sus opiniones, indiferentemente de las que fuesen, desde aquí escribo, como ha hecho tanta gente en todo el mundo, que yo también soy Charlie Hebdo, que ya está bien. Como escritor me siento profundamente indignado por cualquier atentado a las libertades, pero este en especial, tan sangriento, me ha llegado al alma. Descansen en paz y que nadie pare de luchar por este fatal acontecimiento. Le sugeriría, es más, a los fanáticos que leyesen el Rubaiyat, que ya en el siglo doce creía en la tolerancia.
     Y un dato más, sacado de El País esta mañana, el Corán no prohíbe expresamente retratar a Mahoma, que a ver si nos enteramos ya.