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viernes, 28 de febrero de 2014

LO DIJO UN DÍA GIL DE BIEDMA...



Lo dijo un día Gil de Biedma:
media España ocupaba otra mitad,
y pasó el tiempo
sin que algunos
llegasen a ver
el fruto de la lucha.
Las cosas, sin embargo,
llegaron a ser distintas
y los malditos de la espada,
en palabras de Alberti,
no duermen porque están muertos.
Parecía el fin de los que venía,
en palabras de Neruda,
con sacerdotes bendiciendo.
Pero ahora vienen estos
a segar la calle,
a sancionar los gritos
de los que se indignan
ante tanta afrenta.
Más que venir
parece que vuelven,
que simplemente
se han quitado la máscara.
Pero sería distinto si en su lugar
se alzasen de nuevo
las voces de aquellos elegidos.
Si en vez de los que
lo rompieron todo
regresasen los poetas.

viernes, 14 de febrero de 2014

LA POESÍA NO SIRVE PARA LIGAR

Yo querría estar escribiendo un homenaje a Julio Cortázar, ya que esta semana fue su centenario, pero no me salen más que pretenciosos artículos al estilo de las reseñas de los periódicos; sí, esas que le encargan a los becarios. Me lío un pitillo y, antes de irme a la ventana a fumarlo, pienso que no, que a pesar de mi admiración eterna por el autor de Rayuela, independientemente de que sea uno de esos escritores que hacen con la literatura lo que me hubiese gustado hacer a mí, no voy a ser capaz de escribir una entrada que esté a la altura.
Fuera llueve a Dios dar y allá, en algún punto de la civilización (estoy en mi casa de la aldea) es San Valentín. Y he de decir que no albergo simpatía alguna hacia esa fiesta, y no es por snobismo, pues yo santifico la navidad, Fin de Año, carnavales, Semana Santa y demás fiestas en torno a las cuales se articula nuestro calendario. Simplemente es el artificio que este día supone lo que me pone del hígado. Además, este es un blog de literatura y no viene a cuento ponerse hablar de San Centro Comercial con Corazones.
Con mis pulmones un poco más manchados, me invito a mí mismo a reflexionar sobre mi rol de poeta, en esos días en los que me levanto en verso, y a pensar en el papel que juega la poesía en el sutil arte de la seducción: generalmente ninguno.
Con esto de que se me daba relativamente bien escribir, he intentado a través de los años poner las palabras al servicio de mis empresas amorosas. El resultado es que las más de las veces me he sentido un ingenuo quinceañero que le escribe un poemita (por bueno que este sea) a su compañera de pupitre. En defimitiva, la poesía no sirve para ligar.
"Has de ligar la hostia con esto de los poemas", te dicen, y más desde que saben que escribo poemas a mujeres desnudas, y a mi me gustaría sonreír de forma cómplice y guardar un silencio discreto, señal de que un caballero no cuenta esas cosas, pero también de que sí, de que se liga y mucho. Mentira, todo mentira. Le pregunté a una de mis mejores amigas por qué era tan mal método y me respondió de forma muy directa: "porque no es suficiente, las palabras nunca son suficientes".
Así que tenemos bien claro que San Valentín, el maldito San Valentín, no tiene nada que ver con la poesía, así que prescindamos de las milongas al uso. Me fumo otro pitillo y vengo.
De nuevo frente al ordenador, me gustaría que vimiese un cronopio y me inspirase un lúcido texto sobre mi admirado autor de acento extraño, pero como no es el caso voy a continuar con el tema que, al menos, hacía avanzar el texto.
En la mayoría de los casos, una mujer se siente halagada cuando ve que ha inspirado unos versos bien escogidos, con imágenes novedosas y un ritmo que parece una caricia. Pero por lo demás, ese halago te deja en un buen lugar de amigo que ha tenido la deferencia de dedicar a ella un pedazo de su actividad artística, repartiendo los desvelos entre la métrica y su presencia. Nada de eso va a hacer que acabe en tu cama, o compartiendo contigo el trance de la vida, teniendo hijos y envejeciendo a tu lado. Los poemas de amor, género que cultivo bastante poco, se estrellan contra un muro de miradas tiernas y eterna consideración. Pero de amor, de atracción sexual... pues nada. A veces desearía ser un cani y prescindir de este elitismo que me hace buscar mujeres a las que es tan complicado llegar. Por poner un ejemplo cito aquí a Brais Ocampo, que decía que a las filólogas no te las puedes ligar con un poema, porque es como hablarles del trabajo.
Llego al final de la entrada sin hablar de Cortázar, de sus famas y cronopios y de su ruptura con el concepto clásico de novela, porque estoy ocupado en quejarme de la inutilidad de la poesía en los, como los llamaba Gil de Biedma, trabajos de amor dispersos, y también en el amor verdadero, si es que eso existe. Ser escritor, más allá de que algún día te reporte beneficios económicos, sólo sirve para ser escritor. En sí mismo es una tarea edificante, que te ayuda a aclarar el pensamiento, a construír un mundo propio mediante la arquitectura de las palabras, a sentirte - por momentos - único: pero para ligar... no, para eso no sirve. No a mí, al menos.

jueves, 6 de febrero de 2014

AYER



AYER

Ayer,
como estaba borracho,
prescindí de encender el ordenador.
Quería escribirte una larga carta,
o un poema precioso
y preciosista,
en el que expusiese
los pormenores
de toda esta atracción
que has despertado en mí,
y enviártelo al correo electrónico.
Un desahogo etílico
en toda regla
que iba a empezar con las palabras:
“sé que estoy borracho,
pero te diría esto
aunque no fuese así”.
De leerlo,
no deberías haberme hecho caso,
porque se trata de estas cosas
de las que uno se arrepiente,
ya desde la cama,
en cuanto abre los ojos al día siguiente.
Y es que alguien debería vigilar,
ya que nos vigilan todo el tiempo,
que no escribamos
cosas así
cuando bebemos en exceso.
Pero es igual,
insisto en que ayer había bebido mucho
y en que te miraba
como si la vida sin ti
fuese a ser un poco más dura,
cuando
en realidad
toda mi vida hasta ahora ha sido sin ti.
Así que puedes ignorarlo si quieres,
pensar en que ayer
el licor café
circulaba a raudales,
y también la cerveza,
y tú bailabas con ese cuerpo tan sensual,
con tu espíritu festivo,
y no parábamos de cantar.
Es normal,
en momentos como ese,
que me resultes atractiva.
Es cierto que hoy estoy sobrio
y lo estuve todos los días
en los que, pensando en ti,
me rompí un poquito por dentro.
Pero estoy divagando,
hablábamos de lo ebrio que estaba
y mi firme decisión de decirte
lo que parece haber nacido en mí
para que escriba
este tipo de poemas.
Así que
en definitiva
no voy a decirte nada,
porque hoy solamente
he tomado agua y café
y prefiero enroscarme
sobre mí mismo
como una lombriz asustada
a que temas que malinterprete tus gestos
y estés incómoda a mi lado
(no te preocupes,
no ocurriría,
soy bastante adulto con estas cosas,
al menos cuando no bebo).
Allá yo con lo que sienta
o deje de sentir
ante el torrente de luz que emites,
como una supernova,
lo mejor será
que siga sin encender el ordenador
las noches en las que bebo mucho.