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jueves, 30 de abril de 2015

ESPECTRO LUMÍNICO




Aquí os dejo otra muestra de mi poemario de desnudos. Gracias, como siempre, a la modelo que se prestó para este momento único de creación.

ESPECTRO LUMÍNICO

Al momento su pronta desnudez
es la cálida luz del mediodía
que trasluce los poros del ambiente
y seduce las notas de los días.

La figura concreta que transmite
una calma silente de belleza
y convierte la curva en el espectro
de colores que tiñen las estrofas.

Una gama cromática en un cuerpo
que deviene en luz blanca y en milagro
e ilumina el ambiente con palabras.

Y en su firme secreto despojado
de aderezos y telas que los cubran
las verdades que irradia su presencia
se repliegan sin miedo a los matices.

Arcoíris de piel que aportan vida
concretando la voz del negativo
cual si fuese el calor que redefine
aluros que concretan cada curva.

martes, 28 de abril de 2015

CUENTA TU HISTORIA, AMIGO

Cuenta tu historia, amigo, y que sea verdad. Hace años alguien me dijo que tenía que escribir sobre lo que conozco, y eso procuro hacer. No se trata de detallar hechos reales, que también puede ser, sino de la verdad, esa verdad que convierte cualquier historia en verosímil, así esté situada en tu barrio como en el planeta más lejano de la galaxia. Los personajes han de ser creíbles, se podría decir también de esta forma.
Cuando no sepas qué contar mira a tu alrededor: la vida está llena de buenas historias, cada trayectoria vital es un relato, algo digno de ser contado, porque abarca el mundo. La vida en sí es algo tan profundo que ninguna novela puede abarcarla, pero sí entrar en ella, profundizar, contar lo que se pueda rezando por salir imdemne del compromiso. Cuenta tu historia e intenta que esta no te destruya.
Durante toda mi vida, siempre que dije que escribía, alguien afirmaba taxativamente que si me contase su vida podría escribir una novela. Respeto su convicción, por qué no, pero es que pienso que cualquier vida daría para una novela, el caso es saber contarla. Lo que distingue una vida de un relato literario es la forma de contarla, y hay miles de formas. Uno quisiera contar historias de género, con guerreros luchando por el destino de mundos fantásticos o con la última nave de una flota estelar destruída por una extraña amenaza, y lo haré algún día, vaya si lo haré, pero mientras voy contando trozos de vidas posibles, cotidianas, porque es el material, al fin y al cabo, con el que se construyen las historias. Cuento mi vida, robo episodios ajenos, los manipulo como me da la gana e intento crear un universo creíble a partir de lo cercano. Contarás un asesinato, pero el soplón se parecerá a ese yonki que te encuentras cada día pidiéndote unas monedas, y el policía será un señor igual a tantos señores con los que te has cruzado a lo largo de los años.
La literatura se compone, al fin, de tipos humanos, y no es tan fácil abstraerse de los que han acompañado nuestra existencia. Así que cuenta tu historia, la historia que quieras, pero llénala de verdad, pisa la calle y descríbela, porque nada es tan ficcionable como la realidad.

jueves, 23 de abril de 2015

DÍA DEL LIBRO Y TAL

Hoy es el día del libro, así que quiero aprovechar la fecha para felicitar a todos los libros, esos que esperan en nuestras estanterías a ser leídos y los que ya forman parte de nuestro acervo de lecturas. Felicidades, de verdad. En Cataluña regalarán rosas y libros, lo cual es precioso, y en todas partes habrá alguna exposición, recital o algo, lo que sea... y el treinta y siete por ciento de la población española seguirá sin leer.
Hoy es el día en el que he leído la siguiente noticia en El País: "Lorca fue asesinado tras 'haber confesado' según la policía". ¿Confesado qué?, pues su crimen, según un informe posterior, de 1963, que no especifica mucho. Se le acusaba de masón y socialista, vaya por Dios, y de prácticas homosexuales y aberrantes; si es que había que matarlo. Así que una banda de ignorantes, de asesinos infames, secuestran a uno de los más grandes escritores que ha dado no ya nuestro pais (que querían convertir en el suyo) sino la literatura en general y lo "juzgan" sumariamente por acostarse con quien le apetece y por pensar como una buena parte de la población española. El resultado es que lo matan y lo entierran en una fosa para que no lo vuelva a encontrar nadie. Y esa gente creía estar salvándonos de algo. ¿De qué, de Poeta en Nueva York? Dudo que entendiesen siquiera el Romancero gitano, que tampoco es tan difícil.
Perdón por haberme levantado un poco Pérez Reverte, y que me perdone él por este comentario, pero es que encendí el ordenador con el ánimo firme de escribir una entrada sobre este día señalado y me encontré con este artículo que es testimonio de la infamia. Siempre que hay dictaduras mueren escritores, también otros artistas, o profesores, o gente sin estudios que piensa de otra forma. El caso es que hoy, que se conmemoran las muertes de Cervantes y Shakespeare, aunque ninguno de los dos muriese este día, me da por pensar que cada vez que se mata a un escritor se cercena una parte de nuestra humanidad, del hecho cultural que nos diferencia de los animales.
Pero bueno, hoy, de todos modos, sigue siendo día del libro, así que, a pesar de Lorca y Miguel Hernández, a pesar de Pedro Muñoz Seca, de Reinaldo Arenas (también en Cuba les pareció mal lo de ser homosexual), de Solzhenitsyn siendo expulsado de la Unión Soviética... a pesar de todas las víctimas literarias de la intolerancia y el pensamiento cerril, felicidades a todos los libros porque ellos siguen siendo testigo latente de tanta vida, de tantos sueños.
Así que, en conclusión, hoy voy a dedicar el tiempo libre que tenga a leer la Crónica del rey pasmado, de Torrente, porque sí, porque creo que lo mejor es celebrarlo leyendo buenos libros. Y confiaré en que, al menos en esta pequeña parcela primermundista (por ahora) en la que vivo, nadie me va a matar por escribir. También porque me lee tan poca gente que ya sería mala suerte. Felicidades también a todos los lectores, porque ellos heredarán el reino de las letras... y de paso pensamiento crítico, que no está nada mal.

 

jueves, 16 de abril de 2015

ESCAPARATE NECRÓFILO

Me da un poco de vergüenza escribir sobre las muertes de Galeano y Grass porque no los he leído. Ya he dicho aquí algunas veces que soy un lector disperso y desordenado y a ambos los tengo en mi archivo de pendientes. Ahora los escaparates de las librerías se llenan de libros de ambos, como si se tratase de monumentos funerarios a las letras perdidas, a todas esas palabras que ya no van a escribir. Las librerías están condenadas, en su lucha por la supervivencia, a vivir de la necrofilia lectora, además de los receptores de grandes premios como el Cervantes o el Nobel. La literatura nace con vocación de eternidad, pero el mercado literario vive muchas veces de la inmediatez, como cualquier mercado.
En el escaparate de la antigua librería Michelena, legendaria ya en la memoria de los bibliómanos pontevedreses, había una pegatina en la que rezaba: "esta librería tiene libros para siempre", manifestando así su vocación de verdaderos libreros, que sabían que un la vida de un libro transcurre a veces lenta, parsimoniosa, pero incansable si de sus páginas nace eso que convierte la literatura en arte. Entrabas en aquel templo librero y podías respirar tinta, historias y estilo. Un buen librero es como ese carnicero que puede contarte la biografía de la ternera que estás comprando, y su árbol genealógico hasta la quinta generación. Alguien que sabe lo que vende y, es más, que no sólo vende, sino que con cada transacción te trasmite un legado, un esfuerzo por agrandar la huella humana en esta pequeña piedra espacial que habitamos. Un buen librero es un suicida, un valiente que se lanza a pecho descubierto al campo de batalla del capitalismo con algo virtualmente innecesario, aparentemente prescindible para nuestra existencia como especie, pero con el conocimiento secreto de que en sus anaqueles alberga algo que nos desfine como tal. Cuando curioseo las secciones de libros de las grandes superficies no encuentro el alma por ninguna parte, a pesar de mi habitual defensa de los bestsellers; sus estanterías se llenan de libros en formato grande con vocación efímera, de impacto económico inmediato, y nadie allí ha de explicarte que tal autor escribe mejor o peor. Los libros se venden como carne envasada al vacío, con fecha de caducidad.
Tanto Galeano como Grass fueron, a su modo, aspectos de la conciencia humana. El primero dando voz a tantos afónicos del mundo - afónicos  porque nadie quiso nunca escuchar sus gritos - y el segundo contando un horror que él vivió en primera persona, embutido en el uniforme de los que lo crearon. Cuando un escritor honesto muere el alma de la humanidad se queda un poco huérfana y sus libros pasan a venderse más porque a todos los aficionados a las letras nos queda la mala conciencia de no haberlos leído lo bastante en vida. Así mismo, cuando una librería cierra es como cuando cierran esa taberna a la que tu padre te llevaba de pequeño, es como si te cercenasen la existencia.

martes, 14 de abril de 2015

ESO QUE ESCRIBIR TE DA

Eso que escribir te da, esa especie de intangible mezclado con la angustia que produce no saber si habrá una frase siguiente, esa especie de bálsamo para los malos momentos y de canalización de los buenos. Escribir como remedio para todo, como forma de ordenar las ideas o de crear tu propio mundo. Ante el texto eres el demiurgo de cuantos materiales alberga la vida, la tuya y la de los demás como seres sociales que somos. Escribir, desde un diario hasta un poema épico de seis mil hexámetros; redactar para huir de todas las preguntas sin respuesta que plantea la vida, para sobrevivir en este mundo a veces tan hostil.
Si sobrevives, amigo, a la hoja en blanco, a ese páramo compuesto por nada - ese archivo que, no puedes olvidarlo, abriste el otro día en el escritorio para que te señale acusador si no lo llenas con palabras - algo empieza a nacer al mundo desde dentro de ti. Eso es impagable. Contar sílabas para olvidar los problemas, articular la amalgama de argumento y personajes para gritar cosas a la gente entre el sutil susurro del teclado o del bolígrafo. 
Escribir también da problemas: como el ya mencionado miedo. No existe el concepto de desarrollo por acumulación, y cada vez que acabas algo, por bueno que sea, nada te garantiza que lo siguiente vaya a valer más que el papel en el que está impreso. Es una lucha constante, titánica, pero también algo que escoges, a lo que nadie te obliga, una forma de ver el mundo, de reconstruirlo en tu cabeza, de dotarlo de una forma comprensible ante la perplejidad de la vida. Si lo has decicido, si esta es definitivamente tu forma de estar en el mundo, ya no hay vuelta atrás, sólo las palabras supondrán la redención necesaria, solamente a través de ellas podrás alcanzar algún día una improbable conclusión.
Escribir no es fácil, pero no veo otra forma de hacer las cosas, de comprenderlas.

miércoles, 8 de abril de 2015

PEQUEÑA ELEGÍA

Un día me prestó el Viaje al final de la noche, de Céline, y también me habló de Michoux, y se pasó un mes releyendo El señor de los anillos porque sí,  porque le daba la gana. Con él aprendí cosas que ya sabía y cosas que no, y entre las primeras está el hecho de que hay que leer lo que te da la gana, que no pasa nada si algo es un coñazo (él lo hubiese dicho así). Y además escribía, y por momentos escribía bien de verdad. Fue, además uno de los primeros compradores - y lectores - de esa novelita que yo había publicado. 
Ocurre a veces que alguien se muere prácticamente solo, vencido por la vida, y te vienen a la memoria mil conversaciones en la barra del bar en el que trabajé tantos años. No podía evitar un resentimiento fruto de sus matrimonios frustrados, pero en nuestras conversaciones siempre había literatura o, en su defecto, intrahistoria de esta Pontevedra que siempre he intentado retratar cuando escribo en esta literatura de costumbres que tanto me gusta - o me gustaba - practicar. Sé que en los últimos años había intentado volver a escribir, y asumía que había perdido la mano por la falta de práctica. Era un personaje potencial para que escribiese de él, cosa que nunca le hubiese gustado, pero sobre todo era una persona, un amigo, y también un habitante más de este universo de bares que un día soñé con contar. Sobrevivió a los terribles ochenta en Pontevedra, pero no sobrevivió a sí mismo, a ese afán por beberse y fumarse la vida. La mitad del día era maestro de escuela y la otra mitad un alma autodestructiva digna de un poema, de un relato triste y emotivo al mismo tiempo. 
Era el maestro, como todo el mundo lo llamaba, por oficio más que otra cosa, y así me gusta recordarlo. Cerveza tras cerveza me contaba, a lo mejor, que le había gustado La sombra del viento a pesar de su estilo de bestseller, o que Volverás a región era un soberano aburrimiento, opinión que comparto.
No hubo esquela en el periódico, nadie leyó unos versos suyos en el momento en el que lo incineraron, y su memoria se perderá en esta ciudad - por llamarla de alguna forma - en la que el tiempo pasa sin piedad y una generación entera se está diluyendo. Dice Sabina: "si lo que quieres es vivir cien años, no vivas como vivo yo", y eso parecía decir él cada tarde que compartimos quemando bares como bohemios de libro. Él había leído mucho y nunca escribió lo suficiente. El mundo nos da compañeros de viaje, unos permanentes, otros que arden como cerillas. No llegó a jubilarse como soñaba, pero creo que su vida se merece al menos una página, porque no hay vida que, si es vivida, no sea digna de unas palabras, de un párrafo, de un libro como aquellos de los que hablábamos.
Me tomaré una cerveza, o diez, en su honor, y tal vez vuelva a leer a Céline. En todo caso recordaré a Juan, consciente de que, en cierto modo, hace tiempo que me despedí de él, tal vez entre una y otra cajetilla de aquellas que fumaba hasta amarillear los dedos y quemarse el pulmón como al fin hizo. Adiós, Juan, escríbenos desde ese más allá en el que no creías.