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jueves, 22 de febrero de 2018

NO SE PUEDE DECIR

No se puede decir,
por si acaso.
No, no se puede,
está prohibido.
No se puede decir
porque es terrorismo
y las canciones las carga el diablo.
No se puede decir,
porque alguien
que no entiende de misericordia
cree que Dios se ofende.
No se puede decir,
conlleva peligro,
es arriesgado,
se oye mucho y se escucha poco.
Así que cállate
y no hables,
no escribas en Internet,
no caigas en sus redes.
Cuida tu opinión,
piensa que la moral
es un arma cargada de denuncias,
o mejor no pienses,
o hazlo en silencio...
o yo qué sé,
estoy confuso.
No sé si ceñirme
a las leyes de la métrica
o al código penal,
sólo sé que lo que sé,
lo que pienso, 
no se puede decir.

jueves, 8 de febrero de 2018

HACIENDO CUENTAS

HACIENDO CUENTAS

Ahora que nos dividimos el alquiler
y los turnos de limpieza,
que tendemos
la ropa interior del otro,
que acoges sobre tus rodillas 
el cansancio del trabajo,
el lamento de la semana...
Ahora
eres más que nunca mi lujuria,
mi alimento,
mi verdad,
la transcripción a limpio de los sueños.

Dices que hay que comprar fruta
y te imagino desnuda,
deseo tensar tu cuerpo de deseo
o simplemente
anidar en tu cariño.
Al tiempo que cargo con las bolsas
se recargan
las baterías de mi sonrisa.
Porque eres tú
y soy yo.
Somos nosotros...
y con los gastos del presente
estamos comprando el futuro,
ese que anhelábamos
sin siquiera
saberlo del todo.

lunes, 5 de febrero de 2018

EL ENÉSIMO REGRESO

Bueno, por fin. Una vez del todo asentado en mi nueva casa, y ya con Internet instalado, puedo volver a este blog que tenía tan abandonado. No quiero que sea una más de esas bitácoras que poco a poco se van abandonando. Así que emprendo mi enésima resurrección, con promesa de mayor regularidad incluida. No publico nada desde noviembre porque ha sido una temporada de muchos cambios, pero lo que sigue ahí - siempre - son las palabras. Muchas veces, como en estos tiempos, hay que cavar como un minero para sacar unas pocas. En otros tiempos son como el manantial que sale incontrolable. Ciertamente envidio a los escritores prolijos, de cuya mano salen páginas y páginas, los que tienen un método para crear continuamente. Yo sólo me entiendo a mí mismo escribiendo, y sin embargo sólo de vez en cuando encuentro el oro de la inspiración , y no sin largo esfuerzo.
Camilo José Cela decía que si escribes una página al día te encontrabas una novela a final de año. Contaba que se sentaba delante del papel hasta que saliese algo, y que si no salía nada se castigaba y seguía sentado hasta escribir. No imagino la de horas que Stephen King se ha pasado delante de la pantalla de su ordenador, tecleando. Bukowsky trabajaba a destajo en el oficio de escribir. Luego hay gente como Juan Rulfo, que escribió un poquito pero lo trabajó mucho. Yo todavía estoy buscando qué clase de escritor soy. Aunque creo que me encuentro entre los perezosos.
Sin embargo ahí sigo, caminando tras un sueño, sin detenerme nunca del todo por despacio que vaya. Porque un día con ocho años decidí que iba a ser escritor. Y, a pesar de las duras condiciones de mi vida laboral y mi recién adquirida condición de opositor, que no me dejan mucho tiempo para escribir, sé que en algún momento encontraré la paz necesaria, el tiempo, la inspiración. Porque los sueños que tienes de niño son los que te ayudan a saber quién eres realmente.
Así que sí, estoy de vuelta.