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viernes, 29 de marzo de 2013

ALBA DE PALABRAS

Un nuevo desnudo para que lo disfrutéis. Muchas gracias a la voluntaria que ha facilitado que escribiese estas palabras. El libro está en su fase final y espero publicarlo en breve.



ALBA DE PALABRAS

Un alba de palabras
pervive en el papel,
sus rayos acarician
el aire del entorno.

El sol es una piel que se despierta
y nutre de energía cada momento.

El pálido reflejo
del tiempo que renace
seduce en su calor
y quiere ser verano.

Aurora de marfil se despereza
con danza que sorprende sensaciones.

Y crece súbitamente
la vida en su misterio,
dotando de riqueza
la flor de los sentidos.

El día que resulta de su fuerza
Agita con viveza el pensamiento.

MÁS DE MIL VISITAS

Tengo que contaros, apreciados lectores, que este blog ha superado las tres visitas en tres meses. Esta entrada es sólo para expresar mi agradecimiento a todos los que se han molestado en visitarlo. Prometo trabajar duro para mejorar los contenidos. Por otra parte, a ver si la gente se anima a comentar más, que nunca sé lo que piensa nadie de lo que escribo. 
Cuando empecé con el blog pensé que lo leerían mis cuatro amigos, y algo de esto debe haber, sólo que son muy constantes.
Un abrazo colectivo.

jueves, 28 de marzo de 2013

CON LA HOJA AFILADA

     Entre el choque de las espadas ha transcurrido la épica a lo largo de la historia de la literatura. Ya desde los grandes poemas épicos de Homero, historias de hombres y dioses, una hoja afilada estaba hecha para resolver los problemas. La literatura de espada y brujería, o fantasía épica, recoge el testigo de esta larga tradición que pasa por el Cantar de mío Cid o la Chanson de Roland. Salvando, claro, las distancias, pues estas dos últimas pretendían recrear hechos históricos con una forma literaria; el sentido de la épica está ahí desde siempre. Una vez introducido el tema - me gusta que a veces se vean las costuras de los textos - he de aclarar que esta es otra entrada de reivindicación literaria. Esta vez del género de la fantasía heroica.
      Cuando estudiaba primero de B.U.P. yo ya venía de ser un niño fascinado por los universos de ficción medievalizantes. He jugado a rol toda la vida, por lo que lo de empuñar una espada aunque fuese de forma verbal formaba parte de mi vida. Fue entonces cuando leí El señor de los anillos y me imbuí de toda la fantasía tolkeniana, enraizada con la épica nórdica. Llegamos, en su momento, a organizar en Pontevedra un homenaje a Tolkien con un estrepitoso fracaso de público. Toda la dicotomía entre el bien y el mal, la corrupción de los hombres ante poderes superiores a ellos y esa habilidad para mostrar la batalla como perdida hasta el último momento sin perder fuelle me atrapó y me convirtió en un partidario convencido; después vinieron El hobbit y El silmarillion para terminar de convencerme.
         Con los años abandoné un poco el género para reencontrarme con él gracias a esa obra magna en la que se está convirtiendo Canción de hielo y fuego, popularmente conocida como Juego de tronos. En ella se trata la fantasía de un modo más, digamos, realista, en el que las tensiones se producen por las luchas por el poder entre hombres. Ahora, lo reconozco, estoy de nuevo enganchado a las hojas afiladas, las grandes batallas y los dragones. El imaginario fantástico nutre nuestra ansia de recrear mundos complejos con unas normas más sencillas: honor, violencia... Admiro a todo autor capaz de construir un mundo propio, más allá de sus virtudes estilísticas. Martin no será recordado por su prosa, pero es capaz de desarrollar una sociedad con múltiples ángulos en la que la avaricia y la muerte están siempre presentes de forma despiadada. No hay buenos y malos en un modo estricto, sino personajes que se mueven por sus propios intereses y con los que simpatizamos más o menos. R. R. Martin contaba que se había basado en las historias de la mornarquía inglesa, y es quizás este hilo umbilical con la historia real lo que dota a esta obra fantástica de una plena identificación con nuestras vidas.
          La fantasía ha sido siempre el género por excelencia con el que dejar volar la imaginación, y el género concreto de la espada y brujería es el canal para convertirse en demiurgo de tu propio mundo, como sucede igualmente con la ciencia ficción. Uno de mis grandes sueños como escritor desde niño, que alguna vez intenté cumplir con resultados nada reseñables, es poner a andar un mundo de este tipo, en el que el futuro se construya a base de largas rutas a caballo con la espada en la mano. Si Alonso Quijano se fascinó por la caballería hasta el punto de recorrer La Mancha lanza en mano, por algo será.

martes, 12 de marzo de 2013

DEFENSA DEL MERO ENTRETENIMIENTO



         Voy a ejercer de abogado del diablo, hecho que, por otra parte, me encanta. Hay una tendencia bastante común a distinguir entre los best-sellers, o como se escriba, y la literatura en sí misma. Esto parte de la premisa por la cual la literatura es riesgo, exploración del alma humana y del sacrosanto universo de las palabras. Un torrente de innovación continua mediante el cual la literatura es experimentación como condición sine qua non. Bien, yo estoy de acuerdo con estas premisas, a la hora de escribir y de escoger mayoritariamente mis lecturas, pero no lo considero un patrón excluyente de conducta.
            Cuando busco algo para leer, me suelo guiar por todos estos preceptos, mis referentes son gente del calibre de Borges, Cortázar, Torrente Ballester, Philip Roth o Juan Rulfo. Sin embargo, cuando termino de leerme algo como Pastoral americana, con sus alrededor de ochocientas páginas de introspección y culpabilidad me considero lo suficientemente cansado como para leerme una novelita de Simenon en la que el inspector Maigret desentraña poco a poco las claves de un crimen. No leo libros de Ken Follet o Dan Brawn, pero agradezco que existan escritores que conozcan los mecanismos que enganchan al gran público, así como a veces no me importa ver una película de acción sin mayores pretensiones. Creo que hay tantas literaturas como lectores, y sí, existe un criterio de calidad por el que personalmente me guío, pero en parte envidio a esos creadores de guiones hechos novelas que se forran con un poco de misterio y otro de polémica. Hay mucha gente que no quiere complicarse sino entretenerse, y tienen derecho a su dosis de literatura banal, no por ello innecesaria.
            Alejandro Dumas cobraba por línea, así que le encargaba a sus negros, que los tuvo, novelones larguísimos en la perfecta combinación entre literatura comercial y calidad. El entretenimiento no está necesariamente reñido con la calidad. Véase como ejemplo la saga de Canción de fuego y hielo, más conocida como Juego de tronos, a la que dedicaré una entrada aparte, como fan que soy de la épica de espada y brujería.  Estoy de acuerdo en que si uno pretende leer un libro como experiencia sin igual de la que sale convertido en alguien ligeramente distinto no va a recurrir a Los pilares de la tierra y sí al Orlando, pero también existen las tardes de verano en terrazas recogidas o en la playa para acompañar con lecturas ligeras. Además, las editoriales tienen que vivir de algo y la literatura comercial sirve como garantía económica para después (aunque eso no suceda siempre) dar salida a otros escritores con plena intención de cambiar la historia de la literatura. Como editor, me encantaría dar con un Harry Potter con el que poder forrarme y así poder publicar sin miedo a tantos escritores buenos y desconocidos que conozco.
            No pienso que haya libros que no sean literatura, opino que hay libros malos y buenos, y muchas veces los géneros, en su acepción más a ras de tierra, albergan joyas como las novelas de Chandler o el antes mencionado Simenon. A los libros comerciales sólo les pido que su estilo no me cabree, como sí me pasaba con Los hombres que no amaban a las mujeres. Por lo demás, a veces no está mal descansar el cerebro.

lunes, 4 de marzo de 2013

LICOR DE PIEL

     Un desnudo muy especial. A veces los versos reflejan la emoción del momento en el que lo escribí, y ese es el punto al que me gustaría llegar siempre.


LICOR DE PIEL

Algunos cuerpos todavía
están haciéndose preguntas,
se llena el tiempo de complejos,
desnudos ríen ante la máscara.

Frescura tersa en el invierno
de blancos versos escondidos,
destila nueva con el tiempo
licor de piel y de vivencias.

Si pierdes el abrigo
tejido con los miedos
se muestra más valiente
un brillo de ternura.

Se llena siempre el alambique
de fuertes líneas definidas
y filtra joven sus esencias
en copas llenas con los sueños.

Sin ropa mueren los disfraces
y nace cálido, sincero,
turgente esbozo de escultura,
sabor que asalta la mirada.

Si muestras el aroma
exento de aderezos
la gota que resulta
nos habla de futuro.