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lunes, 25 de noviembre de 2013

SERIE B (UNA VIDA)

SERIE B
(UNA VIDA)

La película podría ser buena;
los actores son magníficos,
hay drama, comedia,
y hasta números musicales;
hay diálogos a la vuelta de la noche,
profundos,
con contenido,
y escenas de infinita tristeza.
El guión, quizás,
es algo deslabazado,
con mucho invierno doliente, 
eso sí,
y una tensión continua
ante lo incierto del final.
Pero es que el presupuesto es escaso,
tanto que se ve el cartón piedra,
y la chica
nunca se va con el protagonista.
A este paso
irá directa al videoclub,
sin pena ni gloria,
aniquilando el sueño de ser recordados.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

ALGO SE MUERE EN EL ALMA...



Gracias a los señores de Google, hoy me enteré de que es el ochenta y cinco aniversario del nacimiento de Carlos Fuentes. Este año ascendió al cielo de los escritores, y estará en el Parnaso junto con unos cuantos que se fueron en los últimos años. Descubrí a Carlos Fuentes porque me regalaron en un cumpleaños La región más trasparente, después vendría Terra Nostra. Solamente con la lectura de esos dos libros, el autor pasó a formar parte de mi red afectivo-literaria.
            Hablo de ello no por hacer una glosa de las cualidades de Fuentes, que son muchas, sino para hablar precisamente de esos afectos que uno desarrolla con los autores a los que solamente conoce a través de sus textos. En los últimos años también se fueron Benedetti o Augusto Monterroso. Ante tales acontecimientos te quedas con la  certeza de que ya no va a haber textos nuevos, nada que llevarse a los ojos de ese imaginario que has vivido a lo largo de horas de lectura. Me pasó también cuando Philip Roth decidió retirarse de la literatura. Todavía me queda mucho que leer de su obra, pero ya sé que no viviré la emoción de leer una crítica en los periódicos de su nuevo libro.
            Pude ser por la fascinación que siento por la literatura, por el hecho de que cuando abro un nuevo libro de un autor que me gusta siento la ilusión de quien queda con un amigo que hace mucho tiempo que no ve, pero mi relación con los escritores va más allá de la admiración o la camaradería profesional; se trata de algo distinto, una emotividad con el verbo, con el universo que ha ido creando. Han animado mis momentos de lectura, han sido capaces de mostrarme nuevas formas de hacer, de trabajar con el texto. En definitiva, han cambiado mi vida, teniendo en cuenta que cuando uno se dedica vocacionalmente a escribir la vida es algo que transcurre paralelamente a la creación literaria. 
            Uno, con los años, ve lo que va escribiendo como hijos suyos, esos hijos que has intentado educar de una forma y a veces, sólo a veces, hasta se parecen a lo que esperabas de ellos. Por ello mismo, considero normal tener a los grandes autores como padres. Los leo detenidamente intentando no ya ser como ellos, sino sonsacarles las enseñanzas necesarias para seguir mi camino en la literatura. Al final, más allá de esa mirada analítica, está el cariño que les vas cogiendo. Es normal, entonces, que Cuando muera un escritor sea como si te naciese un vacío de páginas, una ausencia de palabras futuras, de momentos vividos al calor del abrazo de sus párrafos.

viernes, 8 de noviembre de 2013

POEMA NADA CÓMODO

Este poema va con mala leche, lo reconozco. Esperé a publicar otros antes para que me conociéseis mejor y no me juzgueis solamente por estos versos. El caso es que el amor siempre tiene su reverso.

POEMA NADA CÓMODO

A todas las mujeres
que me han rechazado
o que han jugado conmigo
sólo les deseo
para escoger a sus parejas
el mismo criterio
que tuvieron al despreciarme.
Que sus rutinas burguesas
de tedio conyugal
aniquilen sus sueños
y entonces,
sólo entonces,
quiero que me recuerden.

viernes, 1 de noviembre de 2013

LA COMPETENCIA NO EXISTE

y no te preocupes por la edad
y los nuevos talentos,
sólo toma más cerveza, más y más cerveza
CHARLES BUKOWSKY

LA COMPETENCIA NO EXISTE

     Uno ha estado en muchos talleres de escritura, y por oficio y pasión, en contacto con muchos escritores. Como en cualquier actividad artística, el ego es una parte fundamental. En la permanente lucha contra el desequilibrio que supone la creación literaria, el hecho de ser bueno, o el mejor, es una constante. Partes de unos presupuestos literarios de los que consideras que son los más prácticos, los más sublimes... y todo lo demás es mierda, o no, pero no es tan bueno como lo que consideras que se debe hacer. Esto, en parte comprensible, es una solemne tontería. Está claro que el avance de milenios de literatura ha creado un canon que establece, relativamente, lo que es bueno y lo que no; sin embargo toda tendencia, forma de hacer y demás es buena cuando está bien ejecutada (e incluso en eso hay divergencias). Bueno, podría teorizar más sobre esto, pero no es mi intención.
     De lo que quiero hablar es de la "competencia", de la forma en la que los escritores miran de reojo a los compañeros de oficio, como la víctima de infidelidad a la posible amante, con cara de "qué tendrá este que no tenga yo". Leen sus textos de forma adusta, con actitud de perdonavidas, para dar alguna opinión "seria", como "tendrías que mejorar la puntuación" o "hay algo en el tono que no me gusta". Después, esperan que las opiniones sobre lo que ellos han escrito sean francamente laudatorias, para poner esa cara de timidez ante el halago que les hace parecer humildes.
    Sé que es posible ser humilde en la escritura, yo conozco algún ejemplo, pero supongo que el necesario reconocimiento que forma parte del esquema de la comunicación literaria lo hace difícil:

EMISOR/ESCRITOR------------------------------------RECEPTOR/LECTOR
HALAGOS vs CRÍTICAS

     Si has estado desde pequeño peleándote con las palabras esperas un resultado, eso es lógigo. El problema surge cuando uno pretende ser mejor que alguien. Esto no es un deporte, ni un concurso, es una lucha con el lenguaje apoyada por un corpus de milenios. Se trata de encontrar la propia voz, no de gritar más que nadie. Entiendo que cuando uno, como es mi caso, se presenta a concursos a ver si araña unos pocos euros del mecenazgo cultural, la competencia es un problema. Yo ya aprendí que siempre habrá quien te supere, quizás porque nunca he sido muy bueno jugando al fútbol y siempre me enfrento a gente más rápida y más técnica, intentando superarlos mediante la optimización de mis escasos recursos. Sin embargo, a pesar de mi afán competitivo en todo acto lúdico, en la literatura es distinto. Escribir es una forma de desarrollarse vitalmente, si se convierte en una competición solamente puede ser perjudicial, el hecho competitivo perturba el normal desarrollo artístico, condicionándolo en contra de la libertad que requiere. Se trata de ser uno mismo, no de ser mejor que nadie.

     Por supuesto, uno quiere ser bueno, infinitamente bueno, pero de una calidad basada en lo que el canon y mi propia condición de filólogo requiere. Yo también fui así en talleres de escritura, pero el final de la adolescencia fue cambiando mi percepción de la literatura como algo que me completa, que me da una razón de ser, y eso nunca puede ser calificado mediante un marcador deportivo. Siempre habrá escritores mejores que yo. Siempre habrá talentos enormes contra los que no puedo ni quiero competir. Simplemente me beberé otra cerveza, abriré una cerveza y comenzaré un nuevo relato, otro poema. Seguiré peleando, pero no contra nadie, sino con el lenguaje, por mí mismo.