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martes, 28 de abril de 2015

CUENTA TU HISTORIA, AMIGO

Cuenta tu historia, amigo, y que sea verdad. Hace años alguien me dijo que tenía que escribir sobre lo que conozco, y eso procuro hacer. No se trata de detallar hechos reales, que también puede ser, sino de la verdad, esa verdad que convierte cualquier historia en verosímil, así esté situada en tu barrio como en el planeta más lejano de la galaxia. Los personajes han de ser creíbles, se podría decir también de esta forma.
Cuando no sepas qué contar mira a tu alrededor: la vida está llena de buenas historias, cada trayectoria vital es un relato, algo digno de ser contado, porque abarca el mundo. La vida en sí es algo tan profundo que ninguna novela puede abarcarla, pero sí entrar en ella, profundizar, contar lo que se pueda rezando por salir imdemne del compromiso. Cuenta tu historia e intenta que esta no te destruya.
Durante toda mi vida, siempre que dije que escribía, alguien afirmaba taxativamente que si me contase su vida podría escribir una novela. Respeto su convicción, por qué no, pero es que pienso que cualquier vida daría para una novela, el caso es saber contarla. Lo que distingue una vida de un relato literario es la forma de contarla, y hay miles de formas. Uno quisiera contar historias de género, con guerreros luchando por el destino de mundos fantásticos o con la última nave de una flota estelar destruída por una extraña amenaza, y lo haré algún día, vaya si lo haré, pero mientras voy contando trozos de vidas posibles, cotidianas, porque es el material, al fin y al cabo, con el que se construyen las historias. Cuento mi vida, robo episodios ajenos, los manipulo como me da la gana e intento crear un universo creíble a partir de lo cercano. Contarás un asesinato, pero el soplón se parecerá a ese yonki que te encuentras cada día pidiéndote unas monedas, y el policía será un señor igual a tantos señores con los que te has cruzado a lo largo de los años.
La literatura se compone, al fin, de tipos humanos, y no es tan fácil abstraerse de los que han acompañado nuestra existencia. Así que cuenta tu historia, la historia que quieras, pero llénala de verdad, pisa la calle y descríbela, porque nada es tan ficcionable como la realidad.

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