visitas

jueves, 6 de febrero de 2014

AYER



AYER

Ayer,
como estaba borracho,
prescindí de encender el ordenador.
Quería escribirte una larga carta,
o un poema precioso
y preciosista,
en el que expusiese
los pormenores
de toda esta atracción
que has despertado en mí,
y enviártelo al correo electrónico.
Un desahogo etílico
en toda regla
que iba a empezar con las palabras:
“sé que estoy borracho,
pero te diría esto
aunque no fuese así”.
De leerlo,
no deberías haberme hecho caso,
porque se trata de estas cosas
de las que uno se arrepiente,
ya desde la cama,
en cuanto abre los ojos al día siguiente.
Y es que alguien debería vigilar,
ya que nos vigilan todo el tiempo,
que no escribamos
cosas así
cuando bebemos en exceso.
Pero es igual,
insisto en que ayer había bebido mucho
y en que te miraba
como si la vida sin ti
fuese a ser un poco más dura,
cuando
en realidad
toda mi vida hasta ahora ha sido sin ti.
Así que puedes ignorarlo si quieres,
pensar en que ayer
el licor café
circulaba a raudales,
y también la cerveza,
y tú bailabas con ese cuerpo tan sensual,
con tu espíritu festivo,
y no parábamos de cantar.
Es normal,
en momentos como ese,
que me resultes atractiva.
Es cierto que hoy estoy sobrio
y lo estuve todos los días
en los que, pensando en ti,
me rompí un poquito por dentro.
Pero estoy divagando,
hablábamos de lo ebrio que estaba
y mi firme decisión de decirte
lo que parece haber nacido en mí
para que escriba
este tipo de poemas.
Así que
en definitiva
no voy a decirte nada,
porque hoy solamente
he tomado agua y café
y prefiero enroscarme
sobre mí mismo
como una lombriz asustada
a que temas que malinterprete tus gestos
y estés incómoda a mi lado
(no te preocupes,
no ocurriría,
soy bastante adulto con estas cosas,
al menos cuando no bebo).
Allá yo con lo que sienta
o deje de sentir
ante el torrente de luz que emites,
como una supernova,
lo mejor será
que siga sin encender el ordenador
las noches en las que bebo mucho.

1 comentario: