visitas

viernes, 8 de mayo de 2015

EXISTENCIALISMO BÁSICO DE UN ESCRITOR DESCONOCIDO

La cosa empieza cuando, desde pequeño, vas llenando libretas con poemas torpones y amagos de relatos. Y empiezas infinidad de novelas con el firme propósito de hacerte un hueco en la historia de la Literatura Universal (sí, con mayúsculas). Y lees, lees mucho, informándote también de las biografías de los autores. En algún momento sabes que Susan E. Hinton publicó Rebeldes con diecisiete años y ahí empiezan los problemas, porque tú ya los has cumplido y lo único que tienes es un segundo premio Ben veñas maio porque el primero lo declararon desierto, lo que te convierte en un segundón de ti mismo. El caso es que desde los ocho años has soñado con ser escritor, manteniendo en tu cabeza esa idea romántica de que un escritor no es sólo aquel que escribe, sino alguien que vive de escribir, que existe por y para la literatura, sin más ocupación que construír un mundo de palabras que encoja los corazones y agite las mentes de la humanidad.
Luego pasan los años, y llevado por la misma pasión estudias Filología Hispánica, con lo que te encuentras con la realidad de un universo literario que se abre ante ti, que ya estaba ahí para mucha otra gente con el mismo o más talento que tú, pero que parece puesto para nutrirte y convertirte en el escritor que, así lo crees, te mereces ser. Pasan los años y te encuentras con un título y más cuadernos emborronados, así como unas cuantas fotocopias y el paso por diversos talleres de escritura en los que la gente te dice que tienes talento (sí, te lo dicen) y te lo crees, vaya si te lo crees, porque la juventud es atrevida.
Un día, después de intentar convertirte en narrador, publicas un primer libro de poemas, y te ves elegido para la gloria porque los que asisten a la presentación te piden que se lo firmes, y te dicen que van a seguirte la pista (esto sucedió de verdad, que diría Kurt Voonegut), lo cual te llena de una extraña sensación de haber entrado en el engranaje. El caso es que has publicado con una editorial insignificante y tienes que vender tú mismo ejemplares de tu libro. Además, como no tienes un duro, te dedicas durante un verano entero a recitar poesía en la calle, con lo que vendes hasta doscientos ejemplares de un libro que acabará descatalogado, gracias a Dios, por discrepancias con el editor. Esto, lo de recitar en la calle, te convierte en personaje en una pequeña ciudad periférica, pero poco más. A partir de ahí la gente te conoce como "el poeta", cuando lo que quieres es ser narrador, insistes.
Vuelven a pasar los años y publicas una novela, por fin. La novela en la que has trabajado tres años, en la que vuelcas todo lo que han sido tus anteriores intentos de contar historias, y durante la presentación y los meses siguientes vuelves a creerte elegido para la gloria, pero, digamos, de una forma más matizada y humilde, porque vas viendo cómo funcionan las cosas realmente. A alguna gente le gusta la novela, a otra no, lo cual es señal de que no son indiferentes y esto es bueno. 
En algún momento comienzas a escribir poemas a mujeres desnudas, lo que suscita ironías de todo tipo, pero vas construyendo otro libro, un proyecto que nadie ha hecho antes. Mientras, comienzas un blog de literatura, y un día tienes cien visitas y crees que todo vuelve a empezar, pero de nuevo es mentira. Unos cuantos "me gusta" en tu recién estrenada página de facebook y ningún comentario. Te leen, como siempre, amigos y conocidos.
También está el festival, el XVI Festival de Poesía de la Mediterránea (gracias a Pedro Oliver por su fe), en el que vas como poeta invitado en medio de gente con trayectorias serias en su mayoría, y vuelves a firmar libros, y a recibir halagos. Los halagos, me paro aquí, son peligrosísimos porque te hacen perder la perspectiva. Durante una semana piensas que eso es un punto de inflexión, que de ahí hacia arriba. Y sigues leyendo las páginas de literatura de El País, acumulando biografías de escritores, amontonando lecturas en tu currículum y soñando con estar ahí algún día. Sin embargo, con el tiempo, te has dado cuenta de que ser escritor es escribir, nada más, es necesitar escribir, no publicar ni vender ni salir en las críticas de los periódicos o firmar ejemplares en la feria del libro. Eso es ser un escritor profesional, lo cual es un matiz importante.
Entonces cobras conciencia plena de lo que es ser un escritor desconocido, de vivir para y no de la literatura, de disfrutar contando historias sin acumular la frustración de ver cómo sólo las leen aquellos a las que se las envías por correo electrónico. Dejas de buscar los halagos y lo único que intentas es ser bueno, muy bueno, pero tampoco sabes si esto sucede, no puedes saberlo nunca.
Pero el sueño sigue ahí, intacto, el sueño de cuando tenías ocho años, diecisiete, veinticinco... un sueño indefinido, un algo, no se me ocurre otra palabra, que implica reconocimiento, dinero, sensación de haber llegado a algún sitio. Lo que ocurre, y lo que te mantiene vivo, es que ya has leído a Cavafis y sabes que el destino no es más que una parte del viaje, y que disfrutas, más que temerlos, de Lestrigones y cíclopes.

1 comentario:

  1. Gostei do texto. Porém, como se diz na Bahia: "a cigana nunca me enganou". Como filho de um excelente escritor, Ariovaldo Matos, sei ser o mercado o pai e mãe do sucesso ou do fracasso. Tudo depende de capital, de investimento em propaganda, distribuição etc. O marketing e o capital define o resultado. Porém, eventualmente surgem fenômenos que caem no gosto popular e "viraliza". Escrevo pelo prazer de fazê-lo, como digo em minha outra poesia. O papel.

    O papel é depositário dos meus lamentos.
    Imprimo no papel meus sentimentos,
    Para expurgar minha alma.
    Escrevo sobre meus sabores e dissabores para não me render.
    Não me quero catequizado, circuncisado, robótico,
    Como alguém num salão de espelhos,
    Incapaz de ver além de suas imagens distorcidas nos reflexos.
    Egoístas!
    Escrevo porque ao escrever me doo.
    Creio-me, dessa maneira, remido.
    Aí, com calma, guardo melhor meu contentamento.
    Preso a minha realidade,
    Só de mim sei.
    Contudo, não desprezo o que escrevi,.
    Ponho-os num papel
    E os atiro ao sabor dos ventos.
    Se encontrado e acatado,
    Que se faça bom uso.
    Se desprezado e inútil.
    Atira-os novamente aos ventos.
    Quem sabe?
    Talvez caia em solo fértil
    E venha germinar em outro coração.

    ResponderEliminar