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lunes, 27 de enero de 2014

LAMENTO DE DOMINGO



LAMENTO DE DOMINGO

Voy a quejarme un poco,
ahora que paso de los treinta,
de que tengo barriga,
me clarea la coronilla,
no corro tanto como antes y,
desde luego,
no follo tanto como antes
        que ya no era mucho –.
 Aunque esté, en teoría,
en la edad perfecta,
esa que te venden en los anuncios,
la que protagoniza las películas
y acude a los concursos,
no me veo ni útil ni creativo,
ni paseando en lancha
con el pelo al viento
y la camisa desabrochada,
o tocando la guitarra
en lentos atardeceres
(tengo que dejar de ver
tanto la televisión).
Hago las mismas cosas de siempre,
pero con mucho menos entusiasmo,
como si la energía
se hubiese quedado en algún lugar,
como si esa pasión,
que debería tener
por la vida,
por el futuro,
aunque sea ese futuro de mierda
que nos están construyendo
con saña
desde el gobierno
(escribo esto en diciembre de 2013),
se me olvidase atrás,
en algún mal verso.
Ahora me dedico a esto:
escribo poemas llenos de prosa,
bastante torpes
porque nunca fui poeta,
o por lo menos no lo suficiente
para que tanta vida
no chirríe
en medio de la lírica,
para que más que poesía
no parezca otra cosa
que escribir sin llegar
al final de la línea.
Antes, al menos,
introducía por aquí o por allí
alguna imagen acertada
que le diese lustre
a lo que escribiese,
pero hoy no me apetece;
hoy prefiero que las palabras
suenen a charla espesa de domingo
hablando como sin ganas,
del mismo modo
que suena
el avance de los días
pasados mis treinta.



1 comentario:

  1. Gracias Ángela; no te preocupes, este poema ya tiene unas semanas. Me alegra saber de ti...

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