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martes, 5 de febrero de 2013

ELOGIO DE LAS CANCIONES

     Lo primero que escribí fue un relato corto, tan infantil como era yo con aquella edad (creo que fue en 1989). Durante todo el tiempo hasta ahora me consideré un prosista que de vez en cuando escribía poemas. La verdad es que, salvo durante la carrera, nunca leí demasiada poesía. Tengo, eso sí, mis poetas de cabecera, como todo el mundo: Celso Emilio, Ángel González, Cavafis... pero sobre todo aprendí a versificar escuchando a cantautores. Las letras de Ismael Serrano, Sabina o Silvio Rodríguez me enseñaron el uso del lenguaje poético más allá de lo que aprendí leyendo a poetas reconocidos. Tal vez por eso me obsesiona la musicalidad de los versos.
     Uno de los conceptos previos de mi libro de poemas de desnudos era hacer casi un tratado de métrica, y yo recuerdo que asimilé el ritmo del verso endecasílabo con dos canciones: El necio, de Silvio, y Dieguitos y Mafaldas, de Sabina. A partir de ahí el ritmo (métrica, acentuación...) me fue llegando con la experiencia. Creo que la poesía tiene que poder ser cantada si uno se empeña en ello.
     En nuestro idioma hay una gran tradición de cantautores que todavía continúa. Si con Javier Krahe uno aprende a escribir versos de casi cualquier cosa, por prosaica que sea, con alguien como Nacho Vegas sabemos que se pueden contar historias de un modo poético. Por lo general, gracias a la música, a los buenos escritores de letras, escuchamos más poesía de la que creemos. Y no sólo los cantautores tienen este privilegio. Compositores de rock como Roberto Iniesta, el cantante de Extremoduro ("ella era una flor del mar/ yo un delfín tras un velero"), o Yosi, el de Los Suaves ("hoy el cielo es de cemento/ parece que Dios está muerto), han dejado para la posteridad versos magníficos. Sería una gran forma de introducir a los neófitos en el lenguaje poético apelar a tantas y tantas buenas letras que hemos escuchado durante años, amén de las versiones cantadas de grandes poemas, como es el caso de Batallán cantando No niño novo do vento, de Cunqueiro. Cuando la gente canta Lela en los bares no es consciente de estar cantando a Castelao, pero sí está trayendo a la vida un poema yo diría que perfecto.
     La música, como lenguaje universal, tiene este don que envidio de llegar a todos de una forma u otra, y es por eso que la poesía viaja dentro de su maleta, como un simbionte que aporta contenidos nuevos, vida...
     Siempre me hubiese gustado tocar la guitarra, saber cantar... soy un envidioso de las habilidades en las que no fui iniciado. Me hubiese encantado porque ahora seguro que estaría intentando ejercer de cantautor. Escribir letras de canciones no es sólo escribir buenos poemas, de todos modos, yo lo he intentado y nunca me ha resultado fácil. Es por eso que valoro tanto a los buenos autores de canciones, y a gente como Serrat, que es un artista completo en ese sentido, los tendría en un altar si tuviese la costumbre de glorificar a la gente. En todo caso los tengo como a los grandes escritores que he leído, sintiéndolos, sin conocerlos como a gente muy querida.

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