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martes, 12 de marzo de 2013

DEFENSA DEL MERO ENTRETENIMIENTO



         Voy a ejercer de abogado del diablo, hecho que, por otra parte, me encanta. Hay una tendencia bastante común a distinguir entre los best-sellers, o como se escriba, y la literatura en sí misma. Esto parte de la premisa por la cual la literatura es riesgo, exploración del alma humana y del sacrosanto universo de las palabras. Un torrente de innovación continua mediante el cual la literatura es experimentación como condición sine qua non. Bien, yo estoy de acuerdo con estas premisas, a la hora de escribir y de escoger mayoritariamente mis lecturas, pero no lo considero un patrón excluyente de conducta.
            Cuando busco algo para leer, me suelo guiar por todos estos preceptos, mis referentes son gente del calibre de Borges, Cortázar, Torrente Ballester, Philip Roth o Juan Rulfo. Sin embargo, cuando termino de leerme algo como Pastoral americana, con sus alrededor de ochocientas páginas de introspección y culpabilidad me considero lo suficientemente cansado como para leerme una novelita de Simenon en la que el inspector Maigret desentraña poco a poco las claves de un crimen. No leo libros de Ken Follet o Dan Brawn, pero agradezco que existan escritores que conozcan los mecanismos que enganchan al gran público, así como a veces no me importa ver una película de acción sin mayores pretensiones. Creo que hay tantas literaturas como lectores, y sí, existe un criterio de calidad por el que personalmente me guío, pero en parte envidio a esos creadores de guiones hechos novelas que se forran con un poco de misterio y otro de polémica. Hay mucha gente que no quiere complicarse sino entretenerse, y tienen derecho a su dosis de literatura banal, no por ello innecesaria.
            Alejandro Dumas cobraba por línea, así que le encargaba a sus negros, que los tuvo, novelones larguísimos en la perfecta combinación entre literatura comercial y calidad. El entretenimiento no está necesariamente reñido con la calidad. Véase como ejemplo la saga de Canción de fuego y hielo, más conocida como Juego de tronos, a la que dedicaré una entrada aparte, como fan que soy de la épica de espada y brujería.  Estoy de acuerdo en que si uno pretende leer un libro como experiencia sin igual de la que sale convertido en alguien ligeramente distinto no va a recurrir a Los pilares de la tierra y sí al Orlando, pero también existen las tardes de verano en terrazas recogidas o en la playa para acompañar con lecturas ligeras. Además, las editoriales tienen que vivir de algo y la literatura comercial sirve como garantía económica para después (aunque eso no suceda siempre) dar salida a otros escritores con plena intención de cambiar la historia de la literatura. Como editor, me encantaría dar con un Harry Potter con el que poder forrarme y así poder publicar sin miedo a tantos escritores buenos y desconocidos que conozco.
            No pienso que haya libros que no sean literatura, opino que hay libros malos y buenos, y muchas veces los géneros, en su acepción más a ras de tierra, albergan joyas como las novelas de Chandler o el antes mencionado Simenon. A los libros comerciales sólo les pido que su estilo no me cabree, como sí me pasaba con Los hombres que no amaban a las mujeres. Por lo demás, a veces no está mal descansar el cerebro.

2 comentarios:

  1. Gracias por esta linda entrada. Yo opino de manera similar, se me da, como buen lector que me considero, discutir acerca de lo que es buena o mala literatura, nunca rechazo algo como 'no literatura', lo que te quiero comentar es que me agrada la posición no tan cómoda que tomas al opinar al respecto, porque he aprendido también que la mayoría de los lectores no quiere discutir de la buena o mala literatura, es más se vuelve como un tabú del que nadie puede decir nada porque dicen 'que Harry Potter puede ser como un Quijote para algunos' cuestión que me deja sin aliento.
    En fin, yo también tengo a 'mis guías espirituales' con los cuales elijo mis próximas lecturas, que son libros que mencionan a otros libros, o críticos como Bloom que con su cánon me dan una pequeña referencia, al fin he podido escapando de este proceso que yo mismo he construido encontrar alguno que otro libro ligero que me hace mucho bien.

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  2. Esto viene de una polémica con Andrés Carrasco en la revista digital letraenobras, en la que escribe una "carta a Dan Brown". También es porque estoy enganchado a Juego de Tronos y porque en su día también me entretuve con Stephen King. A veces hay que relajar el cerebro. Gracias por tu comentario.

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