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jueves, 26 de febrero de 2015

LECTURA FÁCIL, DIGESTIÓN RÁPIDA

Acabo de terminar de leer La sombra del viento, y, en un acto de coherencia con mi entrada Defensa del mero entretenimiento, publicada en este mismo blog, lo he disfrutado. Sus casi seiscientas páginas ocuparon cuatro días de mi vida, a pesar de que no me considero un lector especialmente rápido. Bien, ahora estoy inmerso en La conjura de los necios, con el mismo ritmo de lectura adquirido con Ruiz Zafón, pero con otro proceso mental. Hay algo en estos bestsellers que los convierten en libros de digestión rápida, amables de leer y con tendencia al enganche. Se leen fácil, se digieren fácil y a otra cosa. Es lo mismo que me pasó con La verdad sobre el caso Harry Quebert, volumen que me tuvo - lo confieso - enganchadísimo. Admiro muchísimo la cualidad que poseen algunos escritores para engancharte desde la primera línea hasta la última, para lo que les basta un estilo correcto y un argumento lleno de giros y claves que no te permiten dejarlo. Es una habilidad en sí misma, y, en realidad, los envidio un poco.
Suelo ser de lectura exigente; busco esos libros que suponen un reto al lector (sin pasarse, no estoy hablando del Ulises, pero sí de Yo, el supremo, de Roa Bastos). La de Zafón me parece una buena novela, en la que se recrea - supongo - con gran acierto esa Barcelona gris de la posguerra. Tiene una trama que, en torno a unos pocos y desgraciados personajes, se llena de sombras y susurros, de pasados que manchan el presente. Y, sobre, todo, está bien contada.
A veces apetece leer algo fácil y bien hecho, como no siempre se tienen ganas de cocinarse una perdiz a las finas hierbas con puré de castañas (no sé cómo se cocina eso). Algo de lo que uno pueda leer doscientas páginas antes de acostarse para después dormir con la trama metida en la cabeza. Sin embargo, una vez lo acabas es como cuando has comido comida china, a la media hora la digestión está hecha y puedes pasar a otra cosa. Supongo que me leeré también de un tirón las secuelas de esta novela, y que las disfrutaré también. 
Por momentos sueño con escribir algo así y forrarme de una puñetera vez, pero vivo inmerso en una pasión literaria que engloba a autores más exigentes en lo formal y en lo intelectual, la misma que me hace pelearme por la perfección en cada párrafo (hubo un momento en el que me descubrí a mí mismo contando las veces en las que aparece la palabra "sombra" en el relato). Sin embargo, y a pesar de haber invertido tantas horas de mi vida inmerso en el mundo de los juegos de rol, no tengo especial habilidad para las tramas adictivas. Esto es lo que más admiro de un escritor así. Por lo demás, me llega con que el estilo no chirríe, con que la honestidad del autor lo haya llevado a trabajarse el texto en la medida de sus posibilidades. En este caso concreto, está bien escrito, por qué no, en consonancia con el argumento. La voz del narrador me parece atractiva. Es, en definitiva, un buen trabajo. No siempre es necesario ser Don Delillo, a veces basta con querer contar una histora divertida y pasárselo bien haciéndolo. Después de todo, yo empecé a escribir porque quería contar historias.

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