MONÓLOGO INCOHERENTE
Quizás te regale un crepúsculo de manos
tristes,
o llene estrofas de combinaciones aleatorias
de palabras. Algo así como
el amor y su anochecer frío de invierno, seis
de
la tarde, me suena tu abrazo a canción
de music hall.
Queda el resquicio entre palabra y palabra
del verso más triste, leído en un día
que pasó de puntillas,
queda mi amor de entrega absoluta
en esa partida en la que tenías
las cartas marcadas.
O tal vez te olvide, y pase este tiempo
de mendigar la calidez de tus labios;
tendré de nuevo fe en la derrota y,
como prometí, no llenaré folios
reclamando la valentía de quererme.
Nota: reducir el énfasis de estos versos.
Quizás no dejar que se filtre la aflicción,
que es como un lastre de copos de nieve.
Sé que al final del juego me quedarán versos
rotos,
y una desazón como la de los globos
deshinchados
después de una fiesta,
pero eres una inscripción en la piedra del
recuerdo,
y el poema podría ser tan infinito como la
distancia
que a veces nos imponemos.
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