He estado mucho tiempo sin escribir en este blog, en parte por falta de tiempo y en parte porque mi ordenador se ha obstinado en no funcional, que ya le vale. Así, ayudado de un portátil prestado, escribo esta especie de vuelta al cole literario. Tras las explicaciones pertinentes, ahí dejo un poema como inauguración del curso nuevo:
Un día de estos
me licuaré - nos licuaremos -
en un acto último
de placer infinito,
en una comunión de alma y materia
con la que hasta los Dioses se ruborizarán;
y lo registraré,
como casi todo,
en un poema
que hará que tú también te pongas colorada
en los recitales,
en un delicioso juego
entre lo íntimo
y las palabras gritadas con dulzura
delante de todo el mundo.
En realidad,
cada verso es un susurro en tu oído,
como un secreto,
porque qué saben ellos
¿Qué saben de la semántica de nuestra piel,
del infinito léxico de nuestros abrazos
o del clímax que hace llover
sobre la hierba de nuestros afectos?
Porque al tiempo que expreso,
escondo,
como cuando te acaricio la espalda
sin que nadie se dé cuenta.
Porque es esto el amor:
una explosión en voz baja.
Bravo maestro
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