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lunes, 27 de marzo de 2017

ESTO QUE HACEMOS

Somos los que arrancábamos hojas de los cuadernos escolares para escribir relatos, los que aprovechábamos cualquier idea, por peregrina que fuese, para contar algo. Fuimos los que, al llegar la adolescencia, escribimos un montón de versos cursis sobre las chicas que nos gustaban, los que escuchábamos Cuento contigo cada domingo en Onda Cero y soñábamos con escuchar a la presentadora leer algo que hubiésemos escrito nosotros. Somos los que decíamos, muy ufanos, que queríamos escribir libros, que íbamos a ser escritores, e íbamos a talleres de escritura donde nos empapábamos como esponjas de los que los demás tenían que enseñarnos. Somos los que veíamos la vida pensando en cómo contarla, y que nos prestábamos a soñar cada vez que leíamos sobre este o aquel escritor que acababa de sacar nuevo libro. Somos los que nos soñamos literatos, y que cuando fuimos aprendiendo más, y leyendo más, y conociendo a gente buena de verdad  nos dimos cuenta de todo el trabajo que había pendiente. 
     Somos los que peleamos duro, cada día, con el idioma, sin parar de leer e intentar mejorar, con la consciencia de que es una carrera de fondo, un combate en el que gana quien, al final, continúa de pie, esperando para dar su mejor golpe. Somos los que miramos los textos que escribimos con condescendencia, permanentemente insatisfechos, presa de una inseguridad que por momentos nos atenaza, porque soñamos con ser buenos, muy buenos, a sabiendas de que no existe vocación sin ambición. Somos los que un día, de pronto, publicamos un libro en cualquier editorial pequeña, de escasa tirada, que prácticamente tenemos que distribuír nosotros, y así , de pronto, nos sentimos camino de la gloria. Somos los que día tras día, fracaso tras fracaso, volvemos a la página con energías renovadas. Porque lo nuestro es gritar aunque nadie nos escuche, escibir aunque la hoja esté ardiendo. Porque esto que hacemos, a fin de cuentas, es lo que somos.

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