Ni los más perspicaces de entre los seguidores de este blog se habrán dado cuenta de algo que sucedió hace tiempo: la desaparición de una entrada. Ahora os preguntaréis si es un misterio o un acertijo. No, es un hecho, hice, cual Demiurgo, desaparecer una entrada que había publicado un año antes de forma entusiasta. No me acuerdo exactamente del título, pero era la segunda parte de El desnudo y el verso, la prometida explicación. Como en las novelas de misterio, al final todo tiene una explicación. La entrada en cuestión se refería a la colaboración que estaba realizando con una fotógrafa para terminar mi proyecto de desnudo poético No hay más verso que la piel. El caso es que aquello no salió bien, hubo una especie de divorcio traumático y me quedé compuesto y sin fotos.
Durante un tiempo, como después de los divorcios de verdad, anduve perdido, sin saber exactamente qué hacer con aquel manojo de poemas que me habían costado días de convencer a las modelos de que participasen en el libro sin lucro alguno, desvelando su intimidad frente a la hoja de un cuaderno. Es esta una de las razones por las que este libro, que llevo anunciando prácticamente desde que comencé a publicar en este blog, todavía no haya visto la luz.
Después vino la luz, y la luz se llama Rocío, a la sazón antigua compañera de piso y gran amiga. Ella me había expresado varias veces la ilusión que le haría participar en el proyecto como fotógrafa. Sin embargo durante bastante tiempo vivió fuera, en el extranjero, y no era plausible. Ahora, que vive un poco más cerca, hemos decidido que nos había llegado el momento, siguiendo con el símil del divorcio y las relaciones sentimentales. Así aprendiendo ambos a trompicones, hemos sacado adelante cuatro sesiones ya, de las que saldrán cuatro fotografías que acompañarán los poemas. Y por supuesto pensamos hacer más, a medida que vayamos consiguiendo coordinarnos escritor, fotógrafa y modelo.
Rocío Barreiro está dotada de una sensibilidad visual que agradezco, y, al igual que yo, se enfrenta a este tipo de proyecto por primera vez. Juntos vamos aprendiendo y encontrando soluciones a los interrogantes que se nos plantean. Además, y esto es lo mejor, denota entusiasmo, ganas de sacar adelante este trabajo. Para mí se trata de un proyecto muy especial, diferente a todo lo que he hecho en mi vida, por muchas cosas que ya explico en la pertinente entrada de título ya mencionado. Si todo sale bien, este será el año en el que verá la luz, y ambos lo miraremos con el orgullo del que ve a su hijo salir al mundo.
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